...y Linda baila.

Linda baila cuando la comida sabe rico.

No es como que se pone a interpretar El Lago de los Cisnes. Sólo hace su pequeña danza de la comida rica sentadita en su silla. Y después sonríe. Quizá lo hace porque le da pena que no puede evitar hacer el bailecito del arroz frito que está muy bueno, quizá lo hace porque sabe disfrutar los pequeños placeres de la vida... algo que mucha gente gente -incluyéndome a mí- ya no hace tan seguido.
Sentado a su lado es imposible no soltar la risa con ella. Tiene la habilidad de demostrar con todo el cuerpo que se siente bien, que le fué bien en su trabajo, que se va a titular muy pronto y -cerrando con broche de oro- que su cena esta rica. Quizá mi no me fué tan bien, quizá no quiero irme de viaje mañana (o de perdida no quiero salir tan temprano), quizá me tiene todo aporreado un dolor de garganta que no se quiere aliviar. Pero sé muy bien que una ves que Linda celebre su cena yo quiero celebrar con ella. Mi hemana nos acompaña y me es grato ver como se contagia. Linda es contagiosa. No sé si lo haga concientemente pero irradia algo que me arruina el mal humor. No sé porqué pero me desinfla las ganas de quejarme del universo, ocupación a la que a veces le doy mucha importancia.

Terminando la cena venimos platicando en el carro, y Linda me dice que es felíz. Yo por inercia le digo que yo no. Que estoy muy bien pero que me falta conocerme en muchas facetas de mi vida y ver en ese momento como cambia mi definición de felicidad y bla, bla, bla...

No se porque no le dije que si.

Así nada mas sin todo ese rollo. Si, soy feliz. Ahi estoy de nuevo complicándome la existencia cuando debí darme cuenta que una ves que aprendes a hacer la coreografía de la cena rica aprendes a ser un pedacito mas felíz que antes.

Linda es contagiosa.